“La noche boca arriba”: sueño, identidad y tiempo en tensión
- erichulme03
- 4 days ago
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Julio Cortázar, considerado uno de los mayores escritores de Argentina y un referente indiscutido en el “Boom Latinoamericano”; salio con “La noche boca arriba” en 1956. Una historia que trasciende lo fantástico y en la cual lo real y lo soñado se entrelazan hasta volverse indistinguibles, y el lector, al igual que el protagonista, se ve obligado a cuestionar lo que percibe. Sin embargo, más allá del juego narrativo, el cuento se convierte en una profunda reflexión sobre la identidad latinoamericana, la violencia histórica y nuestra percepción del tiempo. Voy a explorar cómo Cortázar desarrolla estas ideas a traves de una estructura narrativa dual, una voz narradora limitada y el uso de los sentidos como vínculo entre dos mundos.
Desde el principio, el relato nos introduce a dos escenarios diferentes: una ciudad moderna, donde un hombre sufre un accidente en moto y es trasladado al hospital; y un ambiente indígena precolombino, donde un joven moteca escapa para evitar ser capturado para el sacrificio. Lo que me sorprende mas es cómo estos dos mundos comienzan a fusionarse: el protagonista, al dormirse o perder el conocimiento, entra al otro mundo. De este modo, lo que inicialmente parecía solo un sueño se torna cada vez más real.
La estructura del cuento es alternante: nos trasladamos de un mundo a otro sin señales claras, lo que provoca confusión. Según Hernández e Hidalgo (2015), esta ambigüedad no es solo un recurso estilístico, sino un reflejo del conflicto identitario en América Latina: una región caracterizada por la tensión entre lo moderno y lo ancestral. Los autores mencionan un “devenir” del sujeto, es decir, un proceso en el que la identidad no es fija, sino que se construye en movimiento, en diálogo con diversas culturas y épocas. El protagonista encarna a ese sujeto dividido: vive en dos realidades simultáneamente, sin poder determinar cuál es la auténtica.
El narrador en tercera persona está restringido al punto de vista del personaje, lo que nos permite experimentar su desconcierto. Al igual que el personaje, no distinguimos entre sueño y realidad. Encontre que esta técnica logra una inmersión completa en la experiencia del personaje, quien transita de un estado a otro mediante sensaciones corporales: el olor, el calor, el sudor, el dolor. Ambos mundos comparten estos elementos sensoriales, reforzando la idea de continuidad entre ellos.
Lo que me parace curioso es que el protagonista carece de nombre. Esta falta lo convierte en una figura más universal: podría ser cualquiera, incluso el lector. Según Hernández e Hidalgo, esta ausencia de nombre y la ambigüedad cultural (ni completamente indígena ni totalmente moderno) reflejan una identidad latinoamericana en evolución, influenciada por la historia colonial, la modernidad impuesta y la memoria ancestral. El personaje no posee un “yo” estable, sino que se transforma, se desdobla y finalmente es absorbido por lo que parecía ser solo una pesadilla.
Un tema que a mi me parecio uno de los más profundos del cuento es la forma en que se representa el tiempo. A diferencia del tiempo lineal y progresivo de la modernidad, La noche boca arriba propone un tiempo circular o reversible. Héctor Verani (2004) analiza cómo Cortázar rompe con la lógica cronológica tradicional: el pasado no es algo que quedó atrás, sino que puede regresar, hacerse presente, incluso imponerse sobre el presente. En este sentido, creo que el final del cuento es clave: el lector descubre que el verdadero mundo es el de los aztecas, y que la historia del hospital era solo un sueño que tenía el joven moteca antes de ser sacrificado. Esto invierte completamente nuestra percepción. Lo moderno no era más que una ilusión, y lo ancestral, lo “real”. Este cambio también se puede entender como una crítica a la forma en que la cultura occidental ha negado y marginalizado a las culturas originarias. Cortázar recupera ese pasado y le da un lugar central. Verani sugiere que este juego con el tiempo también tiene un efecto político: nos obliga a pensar la historia no como una línea recta de progreso, sino como algo más complejo, donde el pasado sigue presente, influyendo en nuestra identidad y en nuestra forma de vivir.
El título del cuento "La noche boca arriba" puede leerse de muchas maneras. Literalmente, describe la posición del protagonista acostado, ya sea en una camilla o en la piedra del sacrificio. Pero también sugiere una apertura hacia lo desconocido, hacia un cielo que no se comprende. En esa “noche”, los límites entre sueño y realidad se deshacen.
Al final del cuento, el protagonista comprende que su vida como hombre moderno era solo un sueño que tenía momentos antes de morir. Esto no solo cambia la historia, sino que nos obliga a cuestionar nuestra confianza en la realidad. ¿Y si lo que creemos cierto fuera solo una construcción? ¿Y si nuestra identidad, nuestra cultura, nuestra historia, fueran también sueños que alguien más soñó?
Percebi “La noche boca arriba” más que un simple cuento fantástico, pero una reflexión profunda sobre la identidad latinoamericana, la violencia histórica y nuestra percepción del tiempo. Cortázar, con gran habilidad, nos lleva a un mundo donde todo es inestable, donde la realidad se transforma y donde el pasado tiene la última palabra. Al leer este relato, no solo seguimos al personaje en su travesía entre mundos, sino que también comenzamos nuestro propio viaje hacia una comprensión más crítica de nuestra identidad.
Bibliografia
Cortázar, J. (1956). Final del juego. Editorial Sudamericana.
Hernández, J. & Hidalgo, M. A. (2015). El devenir de la identidad latinoamericana en “La noche boca arriba” de Julio Cortázar. En: Revolución en "La noche boca arriba".
Verani, H. (2004). El tiempo reversible en la narrativa de Julio Cortázar. Revista Iberoamericana, 70(207), 423–439.
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